EULALIA es una muchacha de veinte años que apenas sabe nada de la vida cuando da a luz a SUSANA; una niña que le es arrebatada aun cuando su primer llanto retumba entre las paredes del quirófano.

 

SOR ANA es una monja ambiciosa y sin escrúpulos que ese mismo día del parto, venderá a SUSANA a unos inocentes padres ansiosos por adoptar, LUISA y NICOLÁS; que nada imaginan de los chanchullos de la religiosa y de la intrigante trama que se desarrolla en un hospital cuya dirección recae en las espaldas de un ginecólogo tan ambicioso y sin escrúpulos como la propia monja: el doctor Eduino Velart.

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Para EULALIA, la niña que oyó llorar apenas arrancada de sus entrañas, es ahora un cadáver muerto y frío que le presentan en el hospital para hacerle creer que su hija nació muerta.

 

Pero ella sabe que su hija está viva. Nada le quitará de la cabeza el llanto que aun resuena en sus oídos.

 

Desde ese momento, en 1.985, buscará a SUSANA, su hija. Un viaje a través de los años que le llevará a la desesperación y al desaliento; a la soledad más absoluta, y por fin, a la muerte.

 

SUSANA también busca a su madre. Ella lo hace desde el futuro de EULALIA. Sin que ninguna sepa jamás de la otra, a pesar, de que en algún momento de sus vidas, se cruzarán, sin saberlo.


JACINTA es una mujer madura cuando conoce a EULALIA, entró a trabajar en el hospital donde todo sucedió, en principio, por una suplencia, aunque después, se quedará como fija.

 

JACINTA es el contacto y testimonio entre las dos épocas en las que transcurre este drama social, la que, de alguna forma, dará unión a las dos partes de la misma historia.